miércoles, 3 de junio de 2009

Carta a una persona en los 40´

Sé que no nos separan tantos años, pero al mismo tiempo se que nos separa una eternidad. Una eternidad de color plomizo, teñido en parte por la sombra oscura de algún Falcon…o un presidente encerrado en algún salón oval...u otro del mismo equipo…un arrogante con ansias de “cambiar” un mundo que cambia solo y que les daba de comer a los primeros dos…
Eso no lo sé, porque no viví esa época…Solo puedo hablar de sus estertores, de tomar distancia y formar cual soldadito cantando el himno…para que luego me hablen de la democracia tipos con camperas de cuero o trajes caros.
No vengo a hablarte de eso, simplemente porque no viví TU epoca. Tampoco vengo a hablarte de esos años oscuros…Sinó de esos años negros…pero los negros de la noche, de la libertad desenfrenada.
Y no te hablo de irme a escuchar zumbidos de máquina mientras me tomo la pastillita de moda. Hablo de algo que no viví…o como mínimo llegué tarde.
Hablo de esa música loca que había empezado a sonar en muchas partes. Como en estas mismas playas, pero tocadas por otros harapientos a los que ya no podía llamarse hippies. No se que mierda eran, pero se como sonaban. Un chico de 8 años no se olvida de ellos tan fácilmente.
Sólo se que vi las cosas de refilón. Vi esa creatividad extenderse descontroladamente por todas partes, como una marea que no daba visos de detenerse. Quizás la tan mentada democracia haya tenido algo que ver…como también tuvo que ver la represión.
Irónica y dolorosamente, no es difícil ver que esa destrucción fue una de las creativas.
Puede hablarse de la luz al final del tunel…pero aún de las sombras del tunel brotaban cosas buenas. Porque todos estaban en las sombras, en el subterráneo de la vida. Muchos de ellos eran perdedores con causa.
Se de uno que no pudo soportar entrar a la adultez y darse cuenta que no era un perdedor a pesar de todos sus intentos. Se que la furia mataba la melodía. Y que la distorsión hablaba por si misma. Que no había futuro y tampoco una pretensión de tenerlo.
El mundo no podia cambiarse pero si moverse. Lo notaba en esas tardes frías en que la radio temía encenderse y sus parlantes desconarse. Algo bajaba desde el norte. Y algo había en este sur, un poco más estrambótico…pero existía, y era nuevo.
Vos tenías mi edad cuando todo esto volaba y se sentía en el aire.
A mi solo me queda envidiarte. Porque no existe la envidia sana y la otra…Solo hay envidia y punto.
Desde esos días…solo queda esperar otro delirio. Otros perdedores enojados dejandose de afeitar y quejándose con razón….quizás después de otros pequeños cataclismos.
Ese pobre tipo que no pudo con su alma, simplemente se fue viendo al cañon de una escopeta, un día gris en Seattle. Pero nos dejó cierto fuego. Uno propio, sin tanto ideal de décadas pasadas. Porque como no las viví…no puedo sentirlas.
Son fotos, canciones e ideales metidos a presión, nada más.
El mundo apesta, la sociedad apesta. Nada huele como un espíritu adolescente…
Y porqué debería hacerlo?

Hoy solo me contento con ecos de esos momentos. Solo ecos…porque la creatividad se fue, esquiva como siempre. Solo reapareciendo luego de épocas de grandes crisis, no importan las bajas.

Por eso te envidio. Y la envidia no es ni mala ni sana…