lunes, 25 de octubre de 2010

Madrugada de Domingo..

Recordó la extraña y agradable sensación de esa última vez en que cometió el repetido error de beber en exceso, y había terminado allí. Sentado como un monje, meditando en el balcón del viejo edificio.
La noche estaba lejos de ser primaveral, pero el frío letal de la ultima ocasión no había hecho su aparición. De todas maneras la manta y los cinco vasos de White Russian, ingeridos hacía horas, inhibían en gran parte el viento gélido que el mar traía del sur.
Dos pisos mas abajo, la noche continuaba sin El ni quienes lo acompañaban. Los demás durmiendo pesadamente puertas adentro.
Durante unos minutos la atmósfera se sintió atemporal. Podía haber sido esa misma noche o hace 10, 20 o 30 años. Solo los detalles lo regresaban a su época.
Miró hacia su izquierda y de la esquina vio salir una pareja, a paso raudo, del hotel alojamiento en la vereda opuesta. De lejos pudo distinguir la sonrisa picara y callejera del joven de campera, pantalones deportivos y corte al cero que llevaba de la mano a su probable ocasional pareja. Ella intentaba apurar el paso mirando hacia el piso, luchando en sus botas caras y su aire de doctora culpable.
A fin de cuentas...ella era tan humana como el.
Una nausea, producto del vodka barato con el que había perpetrado los tragos, se hizo sentir justo cuando la Pareja dobló la otra esquina y desapareció.
Sentía que mil agujas se le clavaban en la cabeza. Miró hacia el cielo y notó que estaba cada vez mas claro. Una gélida ráfaga del sur lo hizo arrebujarse en la manta.
De pronto la letra y melodía de una vieja canción de The Smiths comenzo a repetirse una y otra vez en su mente. La ligera y británicamente llorosa voz de Chris Martin cantando un pegadizo cover de Stop Me If You Think you Heard This One Before lo retrotraían a hace unos cuantos años en su propio pasado.
No por nada, concluyó, las mañanas de domingo son tan inspiradoras para los músicos como los sábados que las preceden.
Morrissey merecía una catarata de insultos por su vil genialidad.
De a ratos se sentía un espectador de la noche que iba desapareciendo. Miró hacia la derecha y encontró a una platinada Mujer de la Calle. Esperando parada algún ocasional cliente abajo del alero de otro edificio.
Los personajes se potenciaban con la noche. Solo dos minutos después apareció el Gordo, vestido de azul y miles de rulos en la cabeza, caminando rápido hacia la Mujer de la Calle.
Se detuvo a unos cautelosos cinco metros y entabló un interesado díalogo.
Quizás la Mujer se tuviera en alta estima y reclamara una suma exorbitante por disfrutar de sus servicios..o fuera algo así como un espectro nocturno, porque a los pocos segundos el timorato Gordo dio media vuelta y desapareció hacia la costa, irremediablemente solo.
Lo mismo sucedió con los Dos Amigos y el Taxista. Quizás hubo mas personajes, pero otra escena capturó su alcoholizada atención, alejandolo un poco de la sordidez universitaria que inundaba toda la escena.
Justo enfrente de su balcón se hallaba un monolítico bloque de departamentos que empequeñecía el setentoso edificio desde el cual observaba todo. El remise frenó justo delante de la marmórea entrada.
Bajó sola. Cruzó rápido la vereda y se detuvo en el umbral mientras hurgaba en la cartera negra, hasta que encontró el llavero.
Desde el balcón la vió. Su mente abotagada viajó por el tiempo y la distancia. Tiempos y distancias que quizá no eran tales. Que podían resumirse en una esperanza y porqué no en un "Longshot", o la palabra que mejor se adaptara en castellano a esos intentos con mucho de desesperación y contra todas las probabilidades.
No sería la primera vez en su vida que un "Longshot" alcanzara su blanco.
Se asomó al balcón y gritó un nombre de mujer, el primero que le vino. Uno lo suficientemente común y a la vez lo suficientemente raro como para captar la atención de la Chica.
Ella se volvió y lo miró unos segundos. Desde lejos el podía captar cierta curiosidad y la duda.
En esos momentos cobró consciencia de la realidad. Sentado en una silla, en ropa interior y enfundado de una manta, se convirtió en otro de los personajes que circulaban en esa noche que ya se extinguía...