miércoles, 8 de febrero de 2012

Cover

La interminable fila avanzaba bajo la intermitente llovizna, bastante más rapido que ese habitual paso de hombre de las 6 de la tarde en la que parecía que a todo el universo tenía la idea de volver a casa.
Habia dejado de lamentarse por su manera de emitir opiniones, detalle que le habia granjeado nuevamente ese puesto detrás del volante de un ignoto Ford.
Seguía escuchando a la chica en la radio, la de la voz grave y complice. Como casi cada tarde desde que había puesto pie en esa tierra no del todo extraña para el.
El ligero temblor que había invadido sus brazos y piernas habia cesado poco despues de la ultima casilla de peaje. Mientras trataba de recordar lo que le había sido indicado para esas situaciones.
De alguna manera ella habia sido la salvadora: La chica de la radio y su coincidente gusto para elegir los discos con los que matizaba las llamadas de los oyentes y las entrevistas a artistas apenas conocidos para el.
Dos veces sonó Lovesong, la version original de The Cure y otra un poco mas reciente de su más cercana Adele, antes de que la locutora se ensarzara en una ligera discusión con su operadora sobre cual de las dos era mejor.
La chica era otra fundamentalista, como el. Cualquier otra amante de la sensibleria se hubiera quedado con la de la gordita de Tottenham.
-Smith es Smith, viejo y todo. - Dijo, mirando al dial digital.
Hablar solo no era algo que le resultase extraño, ya.
Fueron los recuerdos de su mente los que lo alejaron de la ruta que habia establecido. En ocasiones manejar se convertía en un placer, simple y, mejor aún, pagado por sus empleadores.
La costanera tenía un encanto especial desde la última vez que había estado alli. Luego de un pequeño paseo decidió acercarse por el norte hacia el gris edificio de 1950.
Pero los años no venían solos, y con ellos, por fortuna, la experiencia. No le importaban demasiado los aburridos policías en sus minúsculos patrulleros que bostezaban y simulaban mandar mensajes de texto en sus celulares baratos. Su vista se clavó en los dos tipos de civil que miraban hacia todos lados de manera bastante disimulada. Uno de ellos fumaba, nervioso, mientras jugueteaba compulsivamente con unas llaves.
Leyó la escena como si de un libro de texto se tratara. Se alejó lentamente y subió a la autopista. Con suerte serían un par de horas hasta una de las fronteras mas porosas del mundo. Un par de llamadas y una sonrisa mas falsa que sus documentos con suerte lo sacarían del apuro.
Mientras la frecuencia se perdía de a poco entre la estática y un raro bootleg de Stone Temple Pilots, elección de la locutora, pensó en enviarle un mensaje felicitándola por su gusto.
Solo que no lo hizo.

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