lunes, 5 de noviembre de 2012

Final

Las campanas del reloj anunciaron las Cinco. Casi en el mismo momento en que me senté debajo de un árbol, mientras nuestro beagle iba y venía, como ignorando la correa que lo mantenía bajo mi custodia.
En ese momento vino a mi mente el recuerdo de una tarde hacía varios años ya. Si mi memoria no me engañaba, era probable que se tratase de ese mismo árbol. No tenía perro y mi vida era distinta.
Hacía mucho que no me había puesto a recapitular el Camino que me había traído a esta ciudad. Y cada vez que lo he hecho, ha sido de una manera cinematográfica, como si se tratara de un guión similar a los miles que he visto en la pantalla. Hollywood tiene muchas historias de caminos emprendidos en busca de algo, y en los que al llegar al final del metraje, el protagonista encuentra algo que no era para lo cual había iniciado la marcha.
Su sola búsqueda había hallado otro significado y por ende, otro resultado. Tanto mejor o peor que el original.
Pero era mi vida, la vida real y como era mía, plagada de ironías. Porque en el final de este cuento, luego de giros y vueltas, yo había encontrado eso que había ido a buscar.

1 comentario:

Maia dijo...
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